Una crítica antisistémica para el siglo XXI (Texto pdf)

Corrientes Filosóficas Del Derecho 

Rebelión.org 

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El presente libro Corrientes Filosóficas del Derecho: 

Una Crítica Antisistémica para el Siglo XXI, constituye un esfuerzo de colaboración interdisciplinaria entre docentes investigadores y académicos de México y Perú, provenientes de la Universidad Autónoma de Guerrero, México (Unidad Académica de Filosofía y Letras, Unidad Académica de Comunicación y Mercadotecnia, Unidad Académica de Derecho, y Unidad Académica de Ciencias Sociales), la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (Maestría en Derechos Humanos) y la Universidad Privada Antonio Guillermo Urrelo (Facultad de Derecho y Ciencia Política) de Cajamarca, Perú, con el afán de analizar desde una perspectiva crítica y antisistémica, los fundamentos epistemológicos y socio-históricos de las principales corrientes filosóficas que subyacen en el Derecho y la práctica jurídica. 

El hilo conductor de este texto es la crítica materialista de las contradicciones existentes entre la filosofía y la formalidad del derecho por un lado, y la práctica y el hecho jurídicos, por el otro. La producción y reproducción histórica de estas contradicciones fundadas en la complejidad capitalista han sumido al derecho en una profunda crisis.  

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Silvio Rodríguez responde: «Atrévete, Carlos Alberto»

Silvio Rodriguez 

Kaosenlared 

 «Sigo con muchas más razones para creer en la Revolución que en sus detractores» Silvio Rodriguez

El artículo de Silvio Rodríguez «Preguntas de un trovador», publicado en Rebelión el 30 de marzo, generó una respuesta de Carlos Alberto Montaner. Ahora el cantautor cubano responde a Montaner

Silvio Rodríguez 2 de abril, 2010

Montaner: 

Mi hijo Silvio-Liam es una voz que comienza a extender sus verdades. El ama a nuestro Apóstol, no le resulta incómodo, no desea borrarlo de la Historia. A él no le crispa que Martí haya dicho: «Viví en el monstruo y le conozco las entrañas». Él escogió ponerse «el libre» por no sentirse atado. Asume haber nacido así y su padre aplaude que lo sienta y lo diga en su clave generacional.

Desconoces la razón de un joven, pero intentas apropiártelo. No pareces comprender mucho lo que aseguras defender. ¿Será costumbre tuya? Diseñas una Cuba distorsionada que propagan las monstruosas cadenas. Cortando y pegando repartes un odio que ha derribado aviones llenos de inocentes. Siempre he reprobado el hundimiento del remolcador «13 de marzo». Pero quién va a creer que te importan los muertos somalíes, cuando no te interesan los cubanos que dieron su vida por un fingido prócer. A mí me conforta saber que no fue en vano el sacrificio de los caídos en Angola. No sólo porque los haya visto combatir y morir pobres y limpios, sino porque fueron consagrados en la eternidad por Nelson Mandela. Seguir leyendo «Silvio Rodríguez responde: «Atrévete, Carlos Alberto»»

Los Neoconfederados

Eliades Acosta Matos

Cubadebate

Tras la votación del domingo 21 de marzo, en la que por apenas siete votos el Congreso aprobó el proyecto de reforma sanitaria del presidente Obama, la política norteamericana ha entrado en un espiral de pasiones encontradas, cuyo fin es impredecible. Cualquier observador, no necesariamente imaginativo, sentirá en el aire ese presentimiento colectivo de que tras la agudización de las contradicciones entre las dos naciones que se disputan el control del país, podría hallarse el germen de una lucha aún mayor, inesperada, indeseable. No es exagerado afirmar que en la atmósfera se sienten las vibraciones que anteceden a otras conmociones más directas, más enconadas, quizás más violentas.

Precisamente cuando el país conservador y ultramontano se enfrenta al país liberal, hallo reminiscencias de aquellos días que fueron antesala de la Guerra Civil. Lo encendido de los ánimos y le escalada en la retórica revanchista de la oposición neoconservadora, paleoconservadora y teoconservadora así lo demuestra. Y a la par que aumenta la sensación de que se acercan días de prueba, y que la situación podría escalar hasta salirse de control, actúa como telón de fondo una crisis galopante e interminable, un desempleo que toca ya las puertas de la pequeña burguesía de los suburbios, y se agiganta la incertidumbre ante las perspectivas de un futuro pauperizado. Seguir leyendo «Los Neoconfederados»

Los de abajo y los de arriba: Contrastes en la economía nacional

Los Brigadistas-UNAM

Rebelión

 

Los millones de abajo en México

80 millones de pobres (según Julio Boltvinik)Según el propio Calderón en sus tres años de gobierno se incrementó de 14 a 20 millones el número de hambrientos.

Los 3 años de Calderón arrojaron a la pobreza a diez millones de mexicanos más.

En 2009 el PIB se desplomó 6,54%.

Existen 2.5 millones de mexicanos en desocupación activa (buscando empleo); 5.9 millones en desocupación pasiva (trabajadores disponibles)

Son casi 25 millones de trabajadores los que ganan entre 1 y 3 salarios mínimos

Las remesas se desploman 15,74% el año pasado.

Desde diciembre de 2006 hasta la primera quincena de marzo se crearon 258 mil 707 trabajos permanentes, cuando se requerían 3 millones 291 mil 653 puestos de trabajo, sólo se crearon el 7.8%. ¡Vaya presidente del empleo!

Tan sólo en 2009 se perdieron 441 mil 449 empleos, respecto a los que existían en 2008.

Sólo el 30% de los 47 millones de mexicanos que conforman la Población Económicamente Activa (PEA) tienen un empleo formal, permanente o eventual.

Son 16.6 millones de mexicanos los que «laboran» en la economía informal.

Sumando la tasa oficial de desempleo, la tasa de subempleo, la de trabajadores en el sector informal y la de trabajadores que no reciben ingresos, tenemos que son 23 millones de desempleados, 49 por ciento de la PEA.

Los 9 multimillonarios mexicanos

El 10% de la población más rica, absorbe el 37% de la riqueza del país.

Los nueve más opulentos concentran el 10% de la riqueza nacional.

Los nueve magnates incrementaron su patrimonio en 61%, al pasar de 55.1 a 90.3 mil millones de dólares.

Carlos Slim se queda con el 60% de todos esos recursos. En 1990 su fortuna era de 1,600 millones de dólares; en 2000 de 10,800 millones, y para 2010 su fortuna es de 53,500 millones de dólares. Un incremento de 3 mil por ciento en 20 años; con el panismo en el poder, su riqueza creció 400%; y sólo en 2009 su fortuna creció más del 50%. Durante cada día de 2009 Slim incrementó su fortuna en 50.7 millones de dólares, cada hora en 2,1 millones de dólares, cada minuto en 35,1 mil dólares y cada segundo en 586,6 dólares (7332.5 pesos*)

Ricardo Salinas Pliego, fue otro magnate que durante la peor crisis que haya sufrido nuestro pueblo en décadas, vio incrementar su fortuna. En 2009 aumentó 140%, acumulando 5,9 mil millones de dólares más.

Germán Larrea incrementó su fortuna en 2009 un 279%, en sólo un año su fortuna se incremento 7,1 mil millones de dólares.

* Datos obtenidos con un tipo de cambio de 12.5 por dólar

Fuente: http://rebelion.org/

Jorge Gómez Barata -Comentarios de Atalaya: Tiempo al tiempo

Argenpress info

Jorge Gómez Barata

 

El pensamiento social avanzado ha convertido en ciencia constituida una compresión de la historia de las civilizaciones y de las culturas, según la cual, aunque en una compleja dialéctica: las ideas no hacen al mundo sino a la inversa, no crean la realidad sino que emanan de ella.

La existencia de la humanidad y consiguientemente su cultura está ligada a la capacidad del ser humano para sobrevivir, reproducirse y crear del único modo posible: por medio del trabajo. Todas las doctrinas, las religiones y las expresiones de la cultura son fruto de necesidades sociales. Lo mismo que a Dios, la humanidad creó al Estado y al poder, el mercado y el dinero, las lenguas, la música y a la política, porque sin ellas no podía sobrevivir.

Al ser fruto de la sociedad, las diferentes manifestaciones de la cultura material y espiritual evolucionan con ella de modo que si bien las versiones originales de las grandes doctrinas: cristianismo, islamismo, liberalismo y marxismo sobreviven como referentes clásicos, de cada una de ellas existen versiones modernas, vigentes y funcionales.

En su letra original, tanto el liberalismo como el marxismo correspondieron no sólo a una época histórica, sino también a un nivel del desarrollo de las fuerzas productivas y a un determinado tamaño de la economía europea a la cual daban respuestas.

El liberalismo, que triunfó brillantemente en Europa y los Estados Unidos de los siglos XVIII, XIX y XX, fracasa en el Tercer Mundo de hoy no porque sea erróneo sino porque es extemporáneo. Adam Smith trascendió, no porque sus ideas correspondan a la realidad de hoy, sino porque iluminaron con su sabiduría a la sociedad de su tiempo y armaron con su ciencia a las vanguardias políticas correspondientes.

Con el marxismo ocurre exactamente lo mismo, excepto que ninguna otra doctrina humanistas ha soportado deformaciones tan brutales.

Las distorsiones de las ideas originales de Carlos Marx que sustentan un proyecto socialista no son fruto de interpretaciones más menos erróneas sino de burdas falsificaciones debidas, unas al anticomunismo inculto y cavernícola, puesto en circulación por la burguesía europea y al macartismo estadounidense, mientras otras se derivan, sobre todo del stalinismo, que nunca trató de aplicar las ideas de Marx y Lenin sino que las utilizó para sus propios fines.

El socialismo no es una invención política ni un gobierno mejor que otros, sino un estado real del proceso civilizatorio al que se llega por medio del desarrollo de las fuerzas productivas, que permite a los estados establecer elevados estándares de justicia social, fenómeno que como tendencia es visible en las sociedades más desarrolladas desde hace 60 años.

Sobre todo en el Tercer Mundo donde la marcha de la civilización fue alterada caprichosamente, esos procesos pueden ser promovidos y acelerados por líderes y vanguardias con capacidad para movilizar a las masas y empujar la historia en la dirección correcta, pero no para modificar esa dirección. El capitalismo, como antes lo fueron otras formaciones sociales son etapas necesarias; cosa que ocurre también con el socialismo.

Carlos Marx, uno de los hombres intelectualmente mejor dotados del siglo XIX, el que en el campo social realizó el esfuerzo científico más arduo y adelantó conclusiones que fundaron las ciencias sociales modernas es eje de una paradoja perfecta: se le niega el reconocimiento científico a que tiene derecho, mientras se le reverencia por méritos que no acumuló y se le condena por culpas que no debe.

Marx llegó al socialismo no por los caminos de la política, sino por los de la economía política y, más que luchar por su advenimiento, descubrió su inevitabilidad. No era la revolución la que abriría una nueva época, sino la nueva época quien propiciaría el cambio.

Marx no era un político ni un revolucionario profesional, tampoco un líder nacional ni un patriota, no estaba comprometido con un país o un partido. Fue un investigador que descubrió verdades y las expuso. El marxismo es un producto de la más refinada cultura europea al que la coyuntura histórica convirtió en herramienta revolucionaria.

En la hora de la muerte, Marx estuvo terriblemente solo. En sus funerales, estuvieron presentes menos de diez personas, entre ellas su hija Eleanor Marx y su esposo el cubano Pablo Lafargue y Federico Engels. Los únicos homenajes fueron sendas coronas enviadas por el Socialdemócrata y la Asociación de Obreros Comunistas de Londres; en cambio en su despedida de duelo se habló en cuatro lenguas, incluido el castellano en la voz del delegado del Partido Obrero Español José Mesa.

En Europa y los Estados Unidos el suceso apenas se mencionó y en Hispanoamérica, donde era prácticamente desconocido, José Martí aportó la excepción con una hermosa crónica escrita desde Nueva York para el diario La Nación de Buenos Aires, publicada el 29 de marzo de 1883.

Federico Engels, que lo conoció mejor que nadie, hizo justicia a su amigo de toda la vida, colocándolo en su exacta dimensión: «Así como Darwin descubrió la ley de la naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana…» No hacía falta decir nada más.

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