Alfred W. McCoy – TomDispatch

Mientras Trump se mueve dando tumbos de una política exterior a otra, sus almirantes, influidos por las sentencias estratégicas de Mahan, son plenamente conscientes de las obligaciones del poder imperial estadounidense y son francos en su determinación de conservarlo. Sin duda, la expansión naval de China junto con los avances de la flota de submarinos de Rusia, han hecho que la Marina de EEUU diera un fundamental giro estratégico de unas operaciones limitadas contra potencias regionales como Irán a una preparación total para “un regreso a la competición de las grandes potencias”. Después de una radical revisión de sus fuerzas, en 2017, el almirante John Richardson, jefe de operaciones navales, informó de que la “cada vez más moderna armada china” estaba acortando la histórica ventaja estadounidense en el Pacífico. “La competición está en marcha”, alertó, “y el ritmo es dominante. En una pugna cada vez más marcada, el ganador se hace con todo. Debemos sacudirnos cualquier vestigio de comodidad o complacencia”.
Fragmento
Rivalidad de grandes potencias en el siglo XXI
Como señala esa retórica, en el Mar de China Meridional ya hay una aceleración de la competición naval. Apenas el mes pasado, después de un prolongado paréntesis en la patrullas ‘libertad de navegación’, la administración Trump envió el superportaaviones Carl Vinson, con su dotación completa de 5.000 marinos y 90 aviones, a que recorriera el Mar de China Meridional para hacer una visita simbólica a Vietnam, que desde hace tiempo tiene una disputa con China sobre los derechos de explotación petrolífera en esas aguas.
Solo tres semanas después, en unas imágenes satelitales se podía ver un extraordinario “despliegue de poder naval”, es decir, una flota de unos 40 barcos de guerra chinos –entre ellos el portaavionesLiaoning– navegando en ese mismo mar en una formación que se extendía varias millas. Junto con las maniobras organizadas en esas aguas con las marinas de Camboya y Rusia en 2016, está claro que China –como los imperios del pasado– planea utilizar sus cañoneras y sus futuras bases navales para tejer una red de control imperial de hecho en los mares que rodean Asia.
Quienes rechazan la existencia de un desafío del poderío chino nos recuerdan que su armada solo opera en dos de los metafóricos “siete mares”, vale decir, se trata de una pobre imitación del sólido posicionamiento global de la Marina de Estados Unidos. Aun así, la cada vez mayor presencia de China en los océanos Índico y Pacífico tiene implicaciones geoestratégicas de gran alcance para el orden mundial. En una serie de derivaciones, el futuro dominio chino en importantes partes de esos océanos comprometerá la posición estadounidense en las costas del Pacífico, hará añicos el control que hoy tiene de ese determinante extremo de Eurasia y permitirá que China domine ese vasto continente en el que está el 70 por ciento de la población y los recursos del mundo. Tal como una vez advirtió Brzezinski, el fracaso de Washington en el control de Eurasia podría muy bien significar el final de su hegemonía mundial y el surgimiento de un nuevo imperio global basado en Beijing (…)
Traducción del inglés para Rebelión de Carlos Riba García
Descargar Texto: China y EEUU pugnan por el dominio de los mares
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