Cinco guerras en una. La batalla por Ucrania (Descargar Textos)

La guerra de 2022 es una guerra internacional librada en los frentes económico e ideológico, así como en el militar, que divide a las potencias mundiales y que moviliza una amplia panoplia de Estados como participantes o simpatizantes, si no directamente como combatientes.

Cuando la guerra entra en su noveno mes, puede ser útil, pues, para distinguir los diferentes tipos de conflicto implicados en la misma, por un lado, examinar sus orígenes y analizar sus causas inmediatas, evaluar los objetivos y las estrategias de los actores implicados y ponderar la cohesión interna y los recursos materiales e ideológicos de cada uno los beligerantes, y, por otro, reflexionar sobre cómo este conjunto de factores alimenta la dinámica de la conflagración de mayores dimensiones en la que se insertan.

Susan Watkins

Editorial New Left Review

Un análisis clásico de la Segunda Guerra Mundial la define como el resultado de cinco tipos diferentes de conflicto.

En primer lugar, la guerra librada entre las principales potencias imperialistas –Alemania, Japón, Estados Unidos y Gran Bretaña–, que competían por la posición de potencia hegemónica mundial. Para conseguirlo las potencias aspirantes debían afirmar el control sobre una región clave –en el caso de Japón, China y el sudeste asiático; en el de Alemania, la Unión Soviética occidental y el Cáucaso («nuestra India»)– e infligir un golpe demoledor a cualquier otra potencia imperialista que intentara bloquear su estrategia: en el caso de Japón, el potencial enemigo era Estados Unidos, que no tenía intención alguna de permitir la presencia de un contendiente en el Pacífico; en el caso de Alemania, Francia y Gran Bretaña, que no deseaban ver Europa dominada por Berlín.

En un principio, esta guerra inter imperialista se libró en dos escenarios separados, por un lado, el norte de Europa –primero Polonia y de inmediato Bélgica, Holanda, Francia, Dinamarca y Noruega, que cayeron en manos de la Wehrmacht en 1940, mientras la Operación Barbarroja se iniciaba durante el verano siguiente– y, por otro, el Pacífico, donde el embargo de suministros de petróleo a Japón decretado por Frank D. Roosevelt y la intransigencia en las negociaciones con este país determinaron que en 1941 Tokio añadiera Malasia, Singapur e Indonesia a las conquistas ya efectuadas en China y la Indochina francesa e intentara eliminar la flota estadounidense amarrada en Hawái. Los dos escenarios se entrelazaron cuando Estados Unidos entró en la guerra y el Reino Unido, su deudor, tras haber sobrevivido a la batalla de Inglaterra, trasladó sus fuerzas a Oriente Próximo para defender sus campos petrolíferos de Iraq e Irán, así como el enorme imperio británico que se extendía desde Egipto y África Oriental hasta a Hong Kong y el Pacífico, pasando por la India, Birmania, la Unión Malaya y Singapur. Esta guerra inter imperialista fue ganada de forma decisiva por Estados Unidos, que aplastó a Alemania y Japón y debilitó a Gran Bretaña y Francia para emerger como la nueva potencia hegemónica mundial.

El segundo tipo de conflicto bélico implicado en la Segunda Guerra Mundial fue la guerra de autodefensa de la URSS contra la invasión alemana, que pretendió proteger los logros de la Revolución de 1917 de la contrarrevolución nazi, desencadenó la reconstrucción del Ejército Rojo y, posteriormente, mientras los Aliados occidentales estaban inmovilizados por las sorprendentemente duras defensas alemanas en el norte de Italia y en Renania-Ardenas, desató el lanzamiento de una rápida ofensiva hacia el oeste en 1944-1945, mientras la Wehrmacht se retiraba y los regímenes colaboracionistas nazis se desmoronaban uno tras otro en Bucarest, Sofía, Vilna, Tallin, Varsovia, Budapest y Viena. La URSS emergió de la guerra como la segunda potencia mundial, habiéndose hecho con el control de Europa del Este. Aunque Moscú permitió la entrada de tropas occidentales en Viena y Berlín, una vez lanzada la Doctrina Truman, Stalin impulsó «revoluciones desde arriba» militares y burocráticas, aplastando las fuerzas de izquierda independientes y dejando «un feo legado político», que marcaría la situación de posguerra.

Distinto de estos dos tipos de guerra, se produjo un tercer tipo de conflicto, librado por el pueblo chino contra el imperialismo japonés, que se convertiría en una revolución social una vez concluido el apoyo de los Aliados al Kuomintang. En cuarto lugar, y también distintas de las ya mencionadas, fueron las guerras de liberación nacional libradas por las fuerzas anticoloniales que se negaron a luchar por sus amos franceses, británicos, holandeses y estadounidenses en Indochina, Birmania, la Unión Malaya, Indonesia y Filipinas, a las que se unió el movimiento Quit India; estas luchas se orientaron de nuevo hacia la revolución social en Indonesia e Indochina.

Finalmente, el quinto tipo de conflicto bélico involucrado en la Segunda Guerra Mundial estuvo constituido por los movimientos de resistencia armada activos en la Europa ocupada por los nazis, que en varios casos –Yugoslavia, Albania, Grecia– adquirieron respectivamente el carácter de levantamiento nacional, revolución o guerra civil, mientras que los procesos paralelos registrados en Francia e Italia dieron lugar al surgimiento de los correspondientes partidos comunistas de masas. La incorporación a la vorágine del conflicto inter imperialista de fuerzas sociales independientes dotadas de autonomía al hilo de estas «guerras justas» de resistencia y liberación nacionales desempeñaría un papel importante en la configuración de los primeros treinta años del orden de posguerra.

¿Podría este tipo de perspectiva analítica arrojar cierta luz sobre la actual guerra de Ucrania? (…)

 

Texto tomado de: https://newleftreview.es/

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