Diario de la guerra del cerdo de Adolfo Bioy Casares (Descargar Libro)

Adolfo Bioy Casares: Diario de la guerra del cerdo 1969

Diario de la guerra del cerdo plantea una guerra generacional, de los jóvenes contra los «cerdos», epíteto dado a los viejos. Lo que se puede ver en muchos aspectos de la vida (el cruce generacional es principalmente notorio en los deportes, pero el mundo cultural no es ajeno a esto, pensemos sino en las vanguardias), en la novela adquiera una naturaleza radical. No sólo hay competencia entre las generaciones, no sólo hay recelo, sino que la lucha se vuelve explícita, una «guerra», y cuando hay una guerra gana el más fuerte, y éste suele ser el joven. Así, vemos cómo los viejos son víctimas de la violencia y la arrogancia de los jóvenes: se ve ya en el primer capítulo, cuando un grupo de jóvenes mata al diariero don Manuel sin ningún tipo de razón (como si pudiera haber razones cuando se trata de matar a alguien). La violencia se extiende a lo largo de toda la novela, y así somos testigos de distintos ataques, persecuciones y asesinatos, siempre de los jóvenes contra los viejos, los cuales se debaten entre los deseos de continuar su vida normal, la indignación y el miedo.

La novela está enfocada en el personaje de Isidoro Vidal, un hombre al límite de la vejez, que para algunos puede pasar por joven (al menos por el momento) y para otros por viejo, lo que lo pone en una situación errática que no lo excluye del peligro. Así, mientras que algunos le dicen que todavía es joven y que no tiene nada de qué preocuparse, en varias ocasiones debe huir de ataques juveniles y llega incluso a estar «marcado» para la muerte.
A medida que la novela avanza las medias tintas van quedando en el camino y las aguas se abren cada vez más, volviendo insostenible la cotidianeidad de Vidal y sus amigos, «los muchachos», los cuales no verán finalizar la guerra sin experimentar en el seno de su grupo la agresión y la muerte.

Lo más interesante de la novela es, tal vez, la reflexión que hace Bioy sobre la vejez (en un momento de su vida en que estaba ingresando inexorablemente en ella). Los viejos son presentados con crueldad, tanto que la publicación misma de Diario de la guerra del cerdo fracasó en Europa justamente porque los lectores tenían la misma edad que los viejos de la novela. De esta manera, podemos leer frases como: «Los viejos al hablar escupimos»[1], «En la vejez todo es triste y ridículo: hasta el miedo de morir» (p. 69), «Envuelto en cuero. Todo viejo se convierte en bestia» (p. 127), «No hay nada peor que la vejez» (pp. 177-178) y, tal vez la más demoledora, «”La enfermedad no es el enfermo” –pensó– “pero el viejo es la vejez y no tiene otra salida que la muerte”» (p. 184).

La vejez es el lugar de lo repugnante, de lo desvaído y de la muerte, pero lo interesante es que, en medio de la guerra, las principales razones contra los viejos no son dadas por los jóvenes, sino por los viejos mismos. Son ellos los primeros en odiar la vejez, y por eso casi ninguno se asume de buenas a primeras como viejo, y por eso Vidal llega a pensar: «Qué a gusto me siento con los jóvenes» (p. 32).

En Diario de la guerra del cerdo todos parecen haber perdido la belleza y la coherencia, arrastrados hasta los extremos de la violencia y la miseria.

Fragmento: José M. Larrea en Revista Sudor a Tinta

Ilustración tapa del libro tomada de : https://www.todocoleccion.net/

Libro tomado de: https://www.cabradapeste.org/

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