Erich Maria Remarque: Sin Novedad en el Frente (Descargar Libro)

La Historia Del Día

sin-novedad-en-el-frente-1Sin novedad en el frente (1929)

Erich Maria Remarque (22 de junio de 1898, Osnabrück – 25 de septiembre de 1970, Locarno) es el seudónimo del escritor alemán Erich Paul Remark. Es un autor alemán de posguerra, que cuenta los horrores del nazismo.

Participó en la Primera Guerra Mundial, hecho en el cual se inspiró para escribir su máxima obra literaria, Sin novedad en el frente (1929), historia en la que describe con implacable claridad y cálida compasión el sufrimiento provocado por dicha guerra.

Se considera a Erich María Remarque como uno de los más famosos enemigos del nazismo. En 1933, obras suyas fueron destruidas durante las quemas públicas de libros que llevaron a cabo los nazis en Alemania entre el 10 de mayo y el 21 de junio.

Libro tomado de:https://omegalfa.es/

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Samuel Beckett. Esperando a Godot (Descargar)

La Historia Del Día

Esperando a Godot de Samuel Beckett (Premio Nobel de Literatura 1969), es estrenada en París en 1953. Quizás el calificativo más apropiado para describir la sensación que deja la obra en la mayoría de los espectadores es el de “desconcertante”. Dos seres humanos, con apariencia de vagabundos, se encuentran a la orilla de un camino en un paisaje desolado esperando y esperando y esperando a un tal Godot que no termina de hacer presencia pero que aunque “hoy no vendrá mañana de seguro, sin falta, lo hará”. Lo desconcertante de la obra no es que Godot nunca llegue sino que pareciese que nada ocurriese en un constante ciclo de repeticiones y repeticiones y repeticiones en las que la cotidianidad de los personajes va revelando su sinsentido.

“Esperando a Godot”: la sinrazón de la existencia

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Historia sin retorno – Mario Levrero

La Historia Del Día

perro-tiernoMario Levrero.

Uruguay (1940-2004)Uruguay (1940-2004)

Un perro, Campeón. Vivía solo con él y llegó a incomodarme. Lo llevé al bosque, lo dejé atado con una piola que pudiera romper con un poco de perseverancia y volví a casa.

En un par de días lo tuve rascando la puerta; lo dejé entrar.

Se me hizo intolerable; lo llevé a un bosque más lejano y lo até a un árbol con una piola más gruesa (sabía que el defecto no estaba en la piola sino en la fidelidad del animal; quizás tenía la secreta esperanza que esta vez no pudiera liberarse y muriera de hambre).

Volvió algunos días después.

Entonces supe que el perro volvería siempre. No me atrevía a matarlo por temor a los remordimientos; y pensé que aunque lograra efectivamente perderlo, en un bosque mas lejano aún, viviría con el temor constante de su regreso; atormentaría mis noches y…

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