Fernando Pessoa: Libro del Desasosiego (Descargar Libro)

 libro-del-desasosiegoEl Libro del desasosiego 1913

El Libro del desasosiego, nació en 1913 y Pessoa trabajó en él durante toda su vida. Esta es una obra inacabada e inacabable: un universo entero en expansión cuya pluralidad? literaria y vital? es infinita. Bernardo Soares, ayudante de tenedor de libros de contabilidad en la ciudad de Lisboa, autor ficticio de este libro, es, según Pessoa, «un semi-heterónimo, porque, no siendo mía la personalidad, es, no diferente de la mía, sino una simple mutilación de ella». Prosador que poetiza, soñador que razona y místico descreído, este es el más pessoano de todos los heterónimos, y la riqueza inagotable de sus páginas? representación de todo un mundo? contiene el genio de Pessoa en toda su extensión.

Fernando António Nogueira Pessoa (Lisboa, 13 de junio de 1888 — Lisboa, 30 de noviembre de 1935), más conocido como Fernando Pessoa, es uno de los mayores poetas y escritores de la lengua portuguesa y de la literatura europea.

Tuvo una vida discreta, centrada en el periodismo, la publicidad, el comercio y, principalmente, la literatura, en la que se desdobló en varias personalidades conocidas como heterónimos.

pessoa-fernandoDe día Pessoa se ganaba la vida como traductor. Por la noche escribía poesía. No escribía «su» propia poesía, sino la poesía de diversos autores ficticios, diferentes en voz, estilo y modos. Publicó bajo varios heterónimos (de los cuales los más importantes son Ricardo Reis, Alberto Caeiro, Álvaro de Campos y Bernardo Soares), e incluso publicó críticas contra sus propias obras firmadas por sus heterónimos. Habiendo vivido la mayor parte de su juventud en Sudáfrica, donde estudió durante su juventud, la lengua inglesa tuvo importancia en su vida, pues Pessoa traducía, trabajaba y pensaba en ese idioma.

La figura enigmática en que se convirtió motiva gran parte de los estudios sobre su vida y su obra.

Murió por problemas hepáticos a los 47 años en la misma ciudad en que naciera, dejando una descomunal obra inédita que todavía suscita análisis y controversias.

Libro tomado de: http://www.ignaciodarnaude.com/

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El Producto de la Bestia Interior: La delincuencia, la cultura de la impunidad y los valores contemporáneos

Jorge Majfud

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Uno de los mejores americanos fue un inglés. El mayor incendiario, independentista, anarquista, promotor de la desobediencia civil y defensor de los derechos de igualdad y libertad de pensamiento fue un hijo del mayor imperio del momento. Su librito más importante, Common Sense (1776), fue la llama que prendió el hilo de pólvora, por entonces inerte en la mente de la mayoría de los americanos y hasta del mismo George Washington. La primera idea que inicia El sentido común de Thomas Paine, no sin paradoja, afirma que la costumbre de pensar correctamente da la superficial idea de estar en lo cierto, lo que garantiza la feroz defensa de una costumbre.

En nuestros tiempos, uno de esos lugares comunes es, por ejemplo, repetir y sostener que los criminales son «inadaptados sociales». Lo que de paso sirve para calmar la conciencia del resto de la sociedad que no anda por ahí matando por un kilo de basura. Pero si vemos algo del bosque, hasta el peor asesino es un perfecto adaptado social. No lo son sus víctimas, en todo caso. No eran adaptados sociales ni Sócrates, ni Jesús ni el modesto verdulero que se puso a contar las magras ganancias del día sin atender al asesino que lo acuchilló.

Cuando repudiamos el horror de un crimen en el fondo repudiamos lo que somos como sociedad y nuestra impotencia es la negación de ese reconocimiento, ya que si pudiésemos matar al asesino de un amigo no lo haríamos y si lo hiciéramos no calmaríamos nuestro espíritu por ese acto de fuerza absoluta. Seguir leyendo «El Producto de la Bestia Interior: La delincuencia, la cultura de la impunidad y los valores contemporáneos»

García Lorca: un abanico de sueños

Daniela Saidman (Desde Venezuela)

 Lorca

Era la noche arrancada de versos, estaba allí, parado, alumbrando con sus ojos la oscuridad, en sus manos un abanico de sueños caía rendido a sus pies. Armado de todo lo humano, con sus poemas y sus credos, miraba al pelotón que abriría su corazón a tiros. Y luego, su voz infinita recordándonos para siempre, la vida. Era la madrugada del 18 de agosto de 1936.

Federico García Lorca (Granada, 5 de junio de 1898) está vivo en todos los poemas y obras de teatro que nos legó para recordarlo, y recordarnos lo más y mejor del ser humano. Creyente de todas las libertades, de los vuelos del alma y de las almas en vuelo, sus ojos y sus manos se asoman en las lecturas que estas otras y otros que somos hacemos a través del tiempo. Con él y a través de él es posible reanudar los ires y venires que cantando cantan los paisajes de la tierra.

Él le escribió al amor en todas sus formas, en las imaginables y en las que habrán de ser, con su Granada de fondo dando testimonio de los pasos y sus gentes.

«Verde que te quiero verde. / Verde viento. Verdes ramas. / El barco sobre la mar

y el caballo en la montaña. / Con la sombra en la cintura / ella sueña en su baranda / verde carne, pelo verde, / con ojos de fría plata. / Verde que te quiero verde. / Bajo la luna gitana, / las cosas la están mirando / y ella no puede mirarlas».

(Fragmento de Romance sonámbulo)

Reconocido como uno de los poetas más importantes del siglo XX español, miembro de la Generación del 27, García Lorca escribió romanzas y poemas a su Granada, a su cultura salpicada de cantos, a la Alhambra y al imaginario gitano que puebla aún Andalucía. Sus versos son cantos para la noche alumbrada por los sueños y las voces que tienen todavía tanto que contar.

«Por el olivar venían, / bronce y sueño, los gitanos. / Las cabezas levantadas / y los ojos entornados. / Cómo canta la zumaya, / ¡ay, cómo canta en el árbol! / Por el cielo va la luna / con un niño de la mano. / Dentro de la fragua lloran, / dando gritos, los gitanos. / El aire la vela, vela. / El aire la está velando».

(Fragmento del Romance de la luna, luna)

Sin más fronteras que las de la humana capacidad de verse reflejado en las otredades, el poeta acunó entre las hojas el sentir de las mujeres y hombres que a su paso se iban revelando mudos de miedo y opresiones. Su voz de camino, anduvo desatando las pasiones para saberse uno más, para encontrarse encontrándonos, para buscar las velas abiertas y surcar las aguas.

«No, no, no, no; yo denuncio. / Yo denuncio la conjura / de estas desiertas oficinas / que no radian las agonías, / que borran los programas de la selva, / y me ofrezco a ser comido / por las vacas estrujadas / cuando sus gritos llenan el valle / donde el Hudson se emborracha con aceite».

(Fragmento de Vuelta a la ciudad Nueva York de Poeta en Nueva York)

Y después de haber visto el odio, de haber hallado el grito desgarrado, de haber sentido como suya el hambre, el «poeta llega a La Habana». Sus sueños son los sueños de todas y todos. Y allí también se reconoce y esboza en el aire el tiempo que habrá de ser.

«Pero el dos no ha sido nunca un número / porque es una angustia y su sombra, / porque es la guitarra donde el amor se desespera, / porque es la demostración de otro infinito que no es suyo / y es las murallas del muerto / y el castigo de la nueva resurrección sin finales».

(Fragmento de El poeta llega a la Habana, Pequeño poema infinito,

de Poeta en Nueva York)

García Lorca cayó esa madrugada de agosto, con sus ojos mirando el cielo despeñado de estrellas, pero aunque intentaron no pudieron fusilarlo, sus versos siguen diciendo la vida.

Publicado en el Diario de Guayana, domingo 10 de mayo de 2009.

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